October 10, 2011

Iba a decir "Otra vez, una encrucijada." Pero lo apropiado es "Ahora sí, una encrucijada."

Sí, cambié de idioma. Bastó con el inglés, me parece que es demasiado fácil hablar rápido y ser irónico en inglés. Pero, lo que pienso lo pienso más en serio en español.

"Vocé é assim, um sonho pra mim, quero te cher de beijos"

¿Qué pasó?
Pasé seis años empezando, sufriendo, y terminando una carrera que nunca supe bien si quería hacer o no. No me interesó mucho, salvo en contadas ocasiones. Nunca me la tomé realmente en serio. Salvé porque, por suerte, supe hacerlo. Eso no dice nada sobre mis habilidades más a largo plazo, simplemente habla bien de mi "intuición" y mi capacidad de memorizar. Es muy poco lo que recuerdo ahora, y muy poco lo que deseo recordar, o lo que encuentro relevante.

Terminé dos años de un trabajo inutil, triste, en el que me vi a mí misma en mi peor faceta. Desidia es la palabra adecuada para mi manera de afrontarlo. Que las exigencias fuesen bajas no es excusa. Aprendí poco; aunque por supuesto fue mejor eso que la nada. Aprendí un poco sobre las relaciones laborales, y sobre la necesidad de controlarme a mí misma y a tener una actitud profesional. Desgraciadamente, no aprendí mucho sobre cómo incorporar esa actitud.

Me fui de viaje, y fue increíble. También divertido, interesante, hermoso, educativo; una aventura. Viajando así, sí que aprendí. Aprendí a convivir, un poco, y aprendí a quererme un poco más. No mucho, pero un poco. (O a tenerme en más alta estima, o a sentirme más estimada por los demás. Ya no me acuerdo de la discusión con precisión.) Pero también tropecé con muchas, demasiadas, de las mismas piedras de toda la vida. La obsesión por el ranking de popularidad, la desesperación por la opinión ajena, la elaboración cuidadosa de ilusiones y mundos mágicos en donde escapar de las insuficiencias propias, de la cobardía, del creer ser menos.

Y luego volví. Y lo que era un juego, un pasatiempo, una petite obsesión; se transformó en algo un poquito mayor, gracias al aburrimiento y la falta de actividad. Y las "ilusiones" sólo aumentaron, cada vez menos asidas a la realidad. Y tengo que seguir adelante, y olvidarlo. Dejarlo atrás. No es para mí. Es sólo un sueño. Un sueño lindo, tranquilo, reconfortante, estimulante. Un sueño que me hizo un poquito mejor. Pero sólo si lo puedo dejar ir.

De lo que hice desde que llegué, no vale la pena ni hablar. Todavía hay un balde lleno de ropa sucia, probablemente ya medio podrida, esperándome desde hace seis semanas en la pieza del fondo.


Si pienso en todo lo que pasó desde la última vez que escribí, si trato de ejercitar la introspección, pienso en algunas cosas:
Soy muy egoísta. A veces, me asombra mi propio egoísmo. Supongo que todos lo son. Pero yo soy yo y a veces me avergüenzo de mi misma. En particular, me asombro en cómo pienso en los demás, y cómo analizo mis relaciones personales. A veces pienso que en realidad, no siento afecto por nadie, sino que simplemente los necesito en determinado momento. Y luego me convenzo a medias de que no es así, de que sí siento por los demás y que mi afecto es sincero. A medias.

Soy una zángana. Soy incapaz de obligarme a mí misma a trabajar (en cualquier sentido) excepto cuando me parece que la opinión que tienen los demás de mí se va a ver realmente afectada. Y en cualquier caso, me siento incapaz de hacer algo realmente útil. Me parece que no tengo la aptitud necesaria. El cerebro. Soy una triste excusa de potencial empleada.

Y por último, aunque se caiga de maduro, soy una quejosa. Desconforme, hundida en la autocompasión.


¿Ahora qué?